BLOG: La vieja de historia

otra forma de entrar al mundo del ballet

La Giselle salvaje de Natalia Osipova

Natalia Osipova como Giselle en el Teatro Colón de Buenos Aires. Foto de Máximo Parpagnoli

por Prof. Mag. Lucía Chilibroste

 

Natalia Osipova es una Giselle humana y salvaje con una interpretación muy propia del personaje.

Primer acto de Giselle

Ella parece ver a Giselle del 1er acto como una joven bastante decidida, lanzada y no muy inocente. Una Giselle q no se siente tan intimidada ante el seguro avance de Albrecht, es más le responde y hasta en el final le encaja un beso!

Sus gestos son de una campesina “poco delicada” como dirían las abuelas . Se seca el sudor de la frente con su vestido, con ese mismo vestido sudado le limpia los recipientes en los que el Príncipe Courtland y su hija tomarán su vino .

Natalia Osipova como Giselle. Fragmento de Giselle del Ballet del Teatro COlón. Función del 19/4/22

 

Una Giselle veloz que le tiene q dar el collar q Bathilde le regaló a su mamá antes de los maneges (los giros al rededor del escenario) xq tal vez no confía en el enganche q tradicionalmente usan y si le falla seguro se partiría un diente.

Natalia Osipova junto al ballet del Teatro Colón. Imagenes del Teatro Colón.

 

Una Giselle q antes de su locura le muestra a Albrecht ese regalo de Bathilde y eso me encantó , porque ya le advierte al otro (que tal vez se lo regaló él al collar) que las 2 se conocen y probablemente se le viene la noche.

Natalia Osipova y Daniel Camargo como Giselle y Albrecht. Imagenes del Teatro Colón

 

Y cuando comienza la locura habla sola (algo q muchas hacemos sintiéndonos re cuerdas ) y se clava la espada.

 

Segundo acto de Giselle

Y la Giselle del 2ndo acto era algo completamente distinto a lo que solemos ver y a lo que el libreto indica. Ella no era un espíritu. Era una mujer muerta enojada y dolida que aparece sin velo, con las manos en una posición diferente a las Willis y sin la inclinación correspondiente al estilo y desde el momento en que se convierte en Willi (mujeres muertas por traición amorosa que se han convertido espíritus en pena que buscan venganza de cualquier hombre que se cruce en su camino) parece enfrentar a Myrtha, la reina de esas Willis “sacando pecho”.

Natalia Osipova junto al Ballet Estable del Teatro Colón. Imágenes tomadas de la función por straming del Teatro Colón, 17/4/22. Ayelén Sanchez como Myrtha

 

Su Giselle – Willi muy humana se ve también cuando Myrtha la saca de su tumba a donde ella había llevado a Albrecht para protegerlo del poder de las Willis (momento en el que se le quiebra la varita a Myrtha, algo que me encanta y que no siempre se ve). Pero ella es dominada por el poder de Myrtha quien a su vez está ofuscada porque su poder fue desafiado, debe bailar bellamente para que, como un canto de sirena, Albrecht no pueda evitar salir de la seguridad de la tumba, algo que Giselle no quiere hacer, obvio. Y el dolor y la resignación con la que ella baila ese momento, mirando hacia el cielo como pidiendo perdón, me partió el corazón (ahí Albrecht no la miraba, pero no le quedó del todo claro por qué… ya que no me pareció evidente que fuese para evitar el hechizo de Myrtha, aunque tal vez si, no lo sé . Estas imágenes no aparecen en la filmación)

Natalia Osipova junto al Ballet Estable del Teatro Colón. Imágenes tomadas de la función por straming del Teatro Colón, 17/4/22. Ayelen Sanchez como Myrtha

 

También eso de humana y enojada se vio en la irreverencia con la que le tira a Myrtha las flores por la cabeza cuando se niega a aceptarlas. Se las tira como diciendo “no hay nada que te venga bien, andate a la miércoles”, e inmediatamente sus caídas de hombros resignados, es un gesto q podríamos ser cualquiera de nosotras cuando intentamos algo desesperante, todo nos sale mal y se nos acaba el tiempo.

Natalia Osipova junto al Ballet Estable del Teatro Colón. Imágenes tomadas de la función por straming del Teatro Colón, 17/4/22. Ayelen Sanchez como Myrtha

 

Y al final, esa misma Giselle que se le esfuma a Albrecht al amanecer (no nos queda claro si queda convertida en Willis o “se salva” y puede descansar en paz) le da una margarita, un lindísimo gesto porque une con el inicio (aunque uno se pregunta si entre tantas flores y diferentes q salieron a escena había una florería entre bambalinas ).

 

Verán que de su técnica ni he hablado, no voy a decir mucho. Tiene un manejo tan superlativo de todo que le permite jugar a su gusto y antojo. Y esos saltos y velocidad que la caracterizan, deja hipnotizados hasta el último que está sentado en el gallinero. Este fragmento siempre me conmueve especialmente.

 

Sin dudas la Giselle de Osipova es de esas q hay que ver, porque convierten al ballet en una obra diferente. Pero si el ballet se llama Giselle por las características que la protagonista tiene, lo que que vimos no se tendría que llamar Giselle, sino Natalia. Una Natalia – Giselle humana y salvaje.

 

 

Prof. Mag. Lucía Chilibroste

 

 

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